"No puedo no hacer música si tengo una vida y un piano en el que expresar las vivencias de la misma"
Conocemos a fondo al músico Óscar Jiménez y el significado de su obra.
Me gustaría comenzar a hablar sobre mi música reivindicando el papel del arte en nuestra sociedad. Considero que nos encontramos en una época de decadencia, donde la ciencia y los avances tecnológicos han perdido sus virtudes filosóficas y humanas, víctimas del mayor de los poderes: el dinero. Parece que no se están planteando quiénes somos, de dónde venimos y, sobre todo, hacia dónde vamos. Esto nos está trayendo consecuencias como especie, pues nuestro espíritu parece haberse encogido y pensar nos provoca un vértigo del que preferimos huir pasando horas en redes sociales o en otros medios de entretenimiento. Creo que vivimos en una época donde se mira con menosprecio a una persona que estudia Artes, Historia, Sociología, Antropología, Filosofía, etc. Sin embargo, somos los más capacitados para evaluar nuestro presente y tratar de salvar el futuro mediante herramientas y sistemas de comunicación profundos como el arte.
Una vez expresada mi percepción acerca de la actualidad puedo hablar sobre mi música, muy relacionada con lo anterior porque a gran escala puedo decir que con mi música busco hacer mi leve aportación a esa recuperación del espíritu humano por parte de la sociedad, a través de la búsqueda de sentimientos como la nostalgia, la reflexión o la catarsis de las emociones. Pese a las diferentes definiciones y conceptos sobre arte que podemos encontrar, yo entiendo el arte desde una perspectiva humanista, trascendental y como una creación en tono reflexivo y comunicativo. Y considerando al ser humano como centro de la creación artística, son sus vivencias y emociones las que nutren y protagonizan, en mayor o menor medida, cada obra de arte.
Es por ello que la música que compongo está basada en experiencias vitales, sentimientos, emociones y sensaciones, exteriorizadas de tal forma que el oyente pueda disfrutarla y hacerla propia de su vida. Hay personas de mi entorno que disfrutan mucho de mis canciones y están deseando que saque una nueva obra para escucharla y decirme sus opiniones sobre la misma; y también hay otras personas que me han dicho que no escuchan mis canciones porque les parecen tristes o pesimistas. No seré yo quien diga que mis canciones hagan bailar a la gente, pero sí es cierto que para nada las considero pesimistas, pues, aunque son relajadas y lentas, siempre tienden a un crescendo que va en ascenso conforme se acercan al final, aumentando su textura orquestal y buscando una elevación que para nada se suele parecer a los melancólicos principios. Este patrón se desarrolla en mis temas en búsqueda de una potenciación de los sentidos y emociones del espectador, a quien tengo la intención de no dejar indiferente. Intento provocar en el oyente el mismo disfrute que para mí suponen muchas obras musicales que escucho: inundarme en una canción, identificarme con ella y evolucionar junto a ella, de forma que la vida de la canción y la vida del oyente se fusionen; y la canción, inmortal y capaz de hacerse propia tantas veces como se necesite, se disipa, dejando a un espectador que se ha valido de una obra de arte para seguir adelante con su vida.
Considero "Doble Verdad" como mi mejor creación hasta ahora, pues es una canción que representa perfectamente ese patrón del que hablaba anteriormente y la compuse en un intensivo de una semana (para componer, grabar y editar, lo cual es muy poco tiempo) tras haber estado cinco meses sin tocar un piano. Nació sola, sin apenas trabajo compositivo, como si durante esos meses una parte de mi subconsciente la hubiese estado creando. Hablando con personas cercanas he observado que cada cual tiene su preferida ("Composición 2016", "Azul Cielo", "Antes de irme", etc.) lo cual es realmente algo bueno, porque es un indicador de que estoy haciendo música para varios tipos de gustos y esto implica que cada canción tiene una personalidad que brilla por sí misma.
Respecto a mis fuentes de inspiración e influencia, he de decir que a la hora de componer mis obras no tengo una influencia directa de ninguna canción o artista para usar como base en la composición. Sin embargo, me inspira mucho escuchar a compositores como Mike Oldfield, Michael Nyman, Ennio Morricone, Max Richter, Remo Anzovino o Ludovico Einaudi. Cuando escucho música de estos grandes influyentes no solo lo hago para disfrutar emocionalmente, sino también para hallar los recursos, aportaciones y métodos de orquestación y composición utilizados en sus obras, de forma que pueda "aprender" de ellos y utilizarlos en mi propia creación. No soy capaz de percibir si estas influencias o aprendizajes se manifiestan posteriormente en mi música, pero creo interesante contar esta curiosa anécdota, de que, durante mi estancia de Erasmus en Budapest, en uno de los viajes que hice con mi grupo de amigos, estábamos en el hostal después de un largo día y pusimos música en un altavoz. Quise mostrarles mi faceta artística y decidí ponerles mi canción "Antes de irme", deseoso de escuchar sus opiniones. Para mi gran y grata sorpresa, uno de mis buenos amigos, Alberto, al cual sus continuas salidas de raves no le impiden tener un interesante gusto musical, dijo algo así como: "Pues tu canción me ha recordado a las canciones de un tal Max Richter" (yo jamás les había hablado sobre este artista o sobre mis gustos musicales). En ese momento me llené de ilusión y pude darme cuenta de que mi música puede hablar, describirse y explicarse por sí misma.
Tras haber hablado sobre el arte, sobre mi música y mis inspiraciones, creo oportuno hacer una breve reflexión sobre el número de oyentes y el porqué de mi arte. Yo soy un artista pequeño, con recursos de creación y producción musical muy limitados, que en ocasiones me causa problemas por no poder hacer todo lo que a mi creatividad le gustaría. Tampoco tengo muchos oyentes, y el 99,9% de ellos son personas cercanas, familia y amigos, que muchas veces escuchan mis obras casi por compromiso. Mi música no llega a muchas personas y tampoco tengo la intención de gastar dinero en promocionarla, pues nunca he pretendido componer para obtener seguidores o beneficio económico. Siempre digo que yo hago música, en primer lugar, por necesidad de expresión personal y artística, pues no puedo no hacer música si tengo una vida y un piano en el que expresar las vivencias de la misma. Y, en segundo lugar, porque el arte es una herramienta de ayuda y mejora de nuestras vidas, y aunque hacer arte nos pueda aliviar a los creadores, no adquiere su pleno sentido hasta que no es compartido al público en general. Y no hay nada más gratificante que alguien te diga que se ha emocionado con tu música.
Ojalá yo pueda emocionar a alguien alguna vez tanto como a mí me han emocionado, por ejemplo, "Dona nobis pacem 2" de Max Richter o "Giverny Rapsody" de Remo Anzovino. O inspirar alguna vez a alguien tanto como me inspira a mí, por ejemplo, "Tubular bells" de Mike Oldfield. Y esas metas, por supuesto, también dan sentido a mi trayectoria artística, porque siempre querré mejorar, innovar, aprender más, hacer mejores canciones, ser mejor artista y poder alcanzar el corazón de las personas que me escuchen. Porque no hay nada más trascendente e ideal que aportar algo bueno a la sociedad y hacer más felices a las personas a través del arte.
Óscar Jiménez Alcázar
Editado por Iván Trujillano