Miguel Ángel Cajigal: "El lenguaje nunca debe ser complejo si queremos comunicarnos".

08.07.2022

Miguel Ángel Cajigal  (@ElBarroquista) habla sobre su primer libro, 'Otra historia del arte', y ofrece su visión sobre la divulgación cultural.

Miguel Ángel Cajigal. Foto: Berta Delgado

Historiador del arte, comisario de exposiciones, miembro del Consejo Internacional de Monumentos y Sitios (ICOMOS) y del Consejo Internacional de Museos (ICOM); ha colaborado con diversas universidades a nivel nacional e internacional, así como como con instituciones como el Museo Thyssen-Bornemisza o el Comité Español de Historia del Arte (CEHA). También coopera con medios radiofónicos y, por si fuera poco, en el programa televisivo 'El condensador de Fluzo' de TVE. 

Ciertamente, Miguel Ángel Cajigal Vera -más conocido como El Barroquista- no necesita presentaciones. Hablamos de uno de los mayores referentes de la divulgación cultural; una voz que siempre debe ser escuchada en términos de patrimonio, historia del arte y cultura en general. Con la publicación de su ensayo 'Otra historia del arte: No pasa nada si no te gustan las meninas' (2021), Miguel Ángel nos invita a reflexionar sobre la manera en la que interpretamos el arte, ya sea a través de los ojos de una persona formada "para entenderlo" o de la mirada inocente de quien intenta comprenderlo.

Asimismo, el lenguaje empleado en esta ópera prima sigue el mismo cauce que su modus operandi divulgativo. No es casualidad que @ElBarroquista cuente con más de 150.000 seguidores en su cuenta de Twitter; su manera de divulgar contenido cultural, así como de plantear debate o invitarnos a la reflexión, han sido claves fundamentales para encontrar un nuevo público y aumentar, a su vez, el interés general por la cultura. 

Así pues, sin más dilación, toma la palabra Miguel Ángel Cajigal Vera.


P- 'Otra historia del arte: No pasa nada si no te gustan Las Meninas' es el título tu primer libro, el cual no dejará indiferente a nadie. ¿De dónde nace la necesidad de publicar este ensayo?

R- Lo cierto es que tuve que buscar esa necesidad, porque no tenía previsto escribirlo. Cuando me contactaron de Penguin Random House para proponerme el proyecto en un primer momento no tenía claro si el libro era la vía natural en ese momento para seguir con mi actividad de divulgación. Parece que todo el mundo tiene que querer escribir un libro, pero yo solo quería hacerlo si tenía algo que contar, no como un mero reflejo de la divulgación que hago en redes. Finalmente me di cuenta de que había unas cuantas cosas interesantes sobre la propia historia del arte como disciplina que me parecía importante explicarle al público y de ahí salió el impulso para el libro: redactar una especie de manual de instrucciones de la historia del arte para todos los públicos.

P- En el inicio de 'Otra historia del Arte' comienzas exponiendo el rechazo popular hacia "la novedad", invitando al lector a abrir la mente y analizar cada obra con perspectiva. ¿Crees que vivimos en una sociedad donde el pensamiento crítico brilla por su ausencia?

R- Creo que somos muy apocalípticos, en general, sobre nuestro tiempo. Lo que yo me encuentro cuando voy a museos o facultades es a un grupo cada vez mayor de gente que quiere saber y quiere tener su pensamiento crítico. Que tengamos ahora mismo en España a historiadores del arte que llenan auditorios en sus presentaciones de libros, como Sara Rubayo, es algo inédito. Las redes sociales han tenido mucho que ver en esta novedad. Por eso también es bueno recordar que esas mismas redes son las que ganan dinero a base de polarizar a la sociedad, porque cuanto más enfrentados estemos más tiempo pasaremos en esas plataformas discutiendo con gente que piensa de forma diametralmente opuesta a nuestras ideas. El riesgo, para mí, está ahí: en convertir la adhesión total o el rechazo absoluto en una postura inamovible.

P- El cuarto capítulo del libro está dedicado al término 'obra maestra'. En el ámbito artístico, mucha gente parece confundir este concepto con 'obra de arte'. ¿Qué opinión tienes al respecto? ¿Crees que la incomprensión o el mal uso de la terminología desemboca en el prejuicio de ciertas obras?

R- Sin ninguna duda. Considero que hemos malcriado un poco al público general al hablarle solamente de arte a través de obras cumbre de la creación de cada época. Con ello se ha generado la idea, errónea, de que en los museos solamente se exhiben las mejores obras y que las que no están colgadas en sus paredes seguramente no lo estén porque no se lo merezcan. Las redes, de las que hablábamos antes, han exacerbado este fenómeno, ya que nos encontramos una y otra vez con las mismas obras de los mismos autores fotografiadas y compartidas en todas las plataformas. Es como si no hubiese espacio para nada más, lo cual genera una visión del arte terriblemente estrecha.

P- Tal y como explicas en tu obra, el arte abstracto ha existido desde las primeras representaciones artísticas. Sin embargo, popularmente es concebido como una tendencia moderna e incomprendida por muchos a día de hoy. ¿Consideras relevante poseer una formación académica para comprender el mercado actual del arte?

R- Lo que ocurre con la abstracción me parece gracioso, porque todo el mundo admira creaciones visuales abstractas cada día, desde la silueta de un coche de diseño hasta la combinación de colores de un vestido o la camiseta de su equipo de fútbol favorito. Pero luego esas mismas creaciones abstractas las cuelgas en la pared de un museo y un montón de gente cree que eso no es arte, que no les interesa y no les transmite nada. Tenemos un problema ahí y creo que desde la historia del arte debemos hacer autocrítica en por qué hemos fracasado a la hora de contarle al público mayoritario los valores de determinadas corrientes artísticas. Por eso, más que considerar que es necesario o relevante tener una formación académica en arte para poder comprender, creo que es preciso impulsar una divulgación transversal, accesible y de calidad que ofrezca herramientas para entender la creación artística a un público más amplio.

Portada promocional de 'Otra historia del arte: No pasa nada si no te gustan Las Meninas'.

P- La siguiente pregunta es tan polémica como necesaria. ¿Hasta qué punto hay que separar a la obra del artista? ¿Piensas que se debe analizar todo con perspectiva de época o que debe ser "reconstruido" con la mirada del presente?

R- Siempre hay que separar obra y artista, a la hora de juzgar esa obra. Otra cosa es que una determinada persona, por brillante que haya sido creativamente, pueda resultar un ser antipático o incluso despreciable. Debemos intentar incorporar la comprensión del momento en que se crearon las obras que analizamos, pero no es menos cierto que esa idea roza lo utópico. Siempre añadimos la mirada de nuestro presente y esto es inevitable. Lo mejor, en este caso, es ser conscientes de ello e intentar compensarlo en la medida de lo posible.

P- En tu libro utilizas un lenguaje expresivo mucho más coloquial que la mayoría de libros dedicados al arte. ¿Qué opinión te merece el lenguaje académico? ¿Crees que puede limitar la comprensión general en el mundo del arte?

R- Tengo personalmente una cierta cruzada con lo que mucha gente entiende, erróneamente, como "lenguaje académico". El lenguaje nunca debe ser complejo si queremos comunicarnos. En castellano tenemos una larga tradición de escribir sobre humanidades de manera hermética, como si la persona que escribe quisiese demostrar su erudición con frases de difícil comprensión, que además en muchos casos están lingüísticamente mal escritas. Esto es un error. Eso no es lenguaje académico: es un mal uso del lenguaje. No puede ser que a determinados autores sea más fácil leerlos en sus idiomas originales que en las traducciones, rebuscadas, al castellano. No puede ser que un paper de neurociencia en inglés sea más fácil de entender para cualquier persona que un artículo sobre arte en castellano. No puede ser que quienes producen literatura científica en castellano obstaculicen la comprensión de sus logros con una mala escritura. El problema es que escribir de forma rebuscada es mucho más fácil que escribir para una fácil lectura y, en general, las personas del ámbito académico no han recibido nunca formación en escritura y lenguaje. Probablemente por eso se abonan a esa manera errónea de escribir y transmitir el conocimiento: es la única que conocen y saben usar, de ahí que la asocien equivocadamente con un ámbito académico.

P- En relación a la última pregunta, es interesante que tu manera de redactar este libro conecta con tu modo de divulgar cultura en redes. ¿Sientes que este tipo de difusión puede aumentar el alcance hacia un público de distintos sectores?

R- Creo que la difusión cultural puede y debe hacerse en cualquier canal posible. Si existe una plataforma en la que las personas se comunican, ahí puede haber divulgación cultural o científica. Desde la cultura nos quejamos amargamente de que no hay nuevos públicos, pero luego pretendemos que esos públicos broten de repente sin ir a buscarlos. Si queremos públicos nuevos habrá que ir a encontrarse con ellos a sitios nuevos, donde no lo habíamos hecho antes. Hacer divulgación cultural en una publicación específica en papel que leen cuatro personas que normalmente ya saben del tema que les estás contando es un esfuerzo baldío.

P- Poniendo el foco en la divulgación cultural; en tu opinión, ¿cuáles son las claves para llevar a cabo una óptima difusión cultural?

R- Una clave es siempre ponerse en la piel de las personas receptoras. No es fácil, porque el público es heterogéneo, pero tienes que intentar visualizar un "público tipo" al que diriges tu mensaje. Otra clave es la selección de información, que es algo en lo que fallamos mucho en el ámbito académico de las humanidades.

Tengo la experiencia de estar en congresos internacionales viendo trabajos de investigación increíbles pero que se contaban de manera caótica, hasta el punto de que conseguían hacer parecer su trabajo como algo de poco interés. Y todo eso sucedía porque nadie nos instruye en cómo se hace una selección de la información a comunicar. Ésta es la parte más importante del proceso divulgativo. Si seleccionas correctamente la información y la sabes dosificar en un volumen adecuado y estructurarla de forma jerárquica para que llegue a una mayoría de público, tienes la mitad del trabajo hecho.

La tercera clave es el uso del lenguaje, del que hablamos antes. Esto implica también un manejo de la narrativa, de eso que ahora nombramos con el anglicismo storytelling. Ninguna de estas tres claves se le explican a la gente que se gradúa en humanidades, a pesar de que sirven no solo para divulgar sino también para estructurar la comunicación en cualquier formato, lo que incluye conferencias o clases y, por supuesto, también la escritura. Falta formación en comunicación, sobre todo desde una perspectiva práctica, para aumentar las habilidades profesionales de las personas que se dedican a las humanidades.

P- ¿Es la plataforma Twitter el mejor medio para divulgar?

R- No diría que sea la mejor plataforma para divulgar, pero en mi caso, es la que mejor sé utilizar. Cada plataforma tiene sus claves. Twitter es ideal para una divulgación basada en texto, pero permite también un importante apoyo de imágenes. A la hora de construir narrativa creo que, junto al podcast, es el formato más versátil. Curiosamente, en contra de lo que mucha gente piensa, es perfecta para introducir matices y debates. Además, permite a la persona receptora graduar la cantidad de información y el ritmo a la hora de adquirirla, que es algo que no tienes en YouTube o Instagram, por ejemplo.

P- Para concluir, ¿qué es lo mejor y lo peor de las RRSS para Miguel Ángel Cajigal?

R- Lo mejor de las plataformas sociales es la posibilidad de establecer contacto con gente de todas partes que sabe mucho más que tú. Yo he aprendido muchísimo desde que soy usuario activo de las plataformas sociales culturales. Lo peor, probablemente, es la escasa visibilidad que el sector cultural tiene en estas plataformas, que ni siquiera suelen tener en cuenta el gran valor añadido que aportan los contenidos culturales que cientos de profesionales suben a ellas diariamente.

P- ¡Muchas gracias por tu tiempo! Hablamos pronto.


Realizado por Iván Trujillano