Cinco recomendaciones de Cine Japonés (1950 - 2000).

14.10.2020

Tanto como para los que aman el cine japonés como para aquellos que desean sumergirse en él, os invito a echar un vistazo a mis cinco largometrajes recomendados para el espectador.

Fotograma perteneciente a la película "Harakiri"
Fotograma perteneciente a la película "Harakiri"

Hace tiempo que sentía la necesidad de escribir unas parrafadas sobre cine japonés, probablemente impulsado por la desgarradora belleza que me infunden sus películas; desgarradoras, por su crudeza, y por supuesto bellas, así como la vida misma. Y es que la cinemática nipona, al igual que ocurre con sus artes plásticas o literatura, refleja siempre una contemplación reflexiva de la naturaleza. De este modo, de la misma manera que aquellos niños que desean compartir sus gustos y aficiones, sentí la necesidad de escoger cinco largometrajes, los cuales considero óptimos como para tomar contacto con este cine, puesto que cumplen en su mayoría el canon cinematográfico japonés.

Antes de que entremos en materia, es importante señalar cómo el tradicional teatro kabuki o el bunraku influyeron en la gran pantalla, siendo los principales predecesores del séptimo arte nipón. De hecho, durante los años del cine mudo -los cuales se prolongaron al menos hasta los años cuarenta-, todavía se contaba en las salas con un narrador, el cual nos guiaba a través de la historia durante la cinta. Pero no dedicaremos este artículo para hablar sobre los orígenes de este cine, sino más bien con qué películas considero más acertado empezar, ya sea por sus características afines a este género, o bien por mero gusto personal. Dicho esto, fueron los años cincuenta los que iniciaron la Edad de Oro del Cine Japonés, cuando las grandes figuras como Kurosawa u Ozu comenzaron abriendo camino con sus célebres largometrajes.

Así pues, sin más dilación, mis cinco recomendaciones de cine japonés (1950 - 2000).


El respeto hacia nuestros mayores, un tema de actualidad

Pasaje de "Cuentos de Tokio" (Filmin).
Pasaje de "Cuentos de Tokio" (Filmin).

CUENTOS DE TOKIO (1953)

Una pareja de ancianos decide emprender un viaje a Tokio, con el motivo de hacer una visita a sus hijos. Sin embargo, éstos no parecen disponer de tiempo ni ganas para hacerse cargo de los ancianos, por lo que deciden enviarlos a una residencia durante su hospedaje en la capital. De esta manera, los padres se resignan y aceptan con visible decepción; es entonces cuando entra en escena Noriko, su nuera, viuda de uno de sus hijos, fallecido durante la guerra. La joven se ofrece, a pesar de disponer de poco tiempo, a pasar el tiempo con ellos y mostrarles los maravillosos rincones de la ciudad.

Cuentos de Tokio (1953) no es sólo considerada una de las mayores obras del director Yasujiro Ozu, sino una de las más relevantes en la historia del cine, La película fue muy criticada instancia, ya que parecía ser demasiado japonesa como para ser comprendida en el resto del mundo. A pesar de ello, la crítica estadounidense le favoreció, y el tiempo le dio la razón. Pero, ¿qué tiene de especial la obra de Ozu como para obtener tal reconocimiento? Sin lugar a dudas, lo más significativo de la cinta es su humanidad. La profunda psicología de los personajes será, además de uno de los rasgos más característicos del director, un elemento esencial del cine nipón. La película cuenta con numerosos planos estáticos -en su mayoría, grabados desde una posición baja-, desde los cuales somos testigos del comportamiento natural de sus personajes. ¿Cómo podemos llegar a emocionarnos sin ningún atisbo de intención o sobreactuación de los actores? La respuesta es simple: la naturalidad. Estas emociones tan poderosas pueden ser contempladas en muchas otras cintas, como ocurre de igual manera en Vivir, de Akira Kurosawa, estrenada un año antes.

Cabe resaltar que para disfrutar en su plenitud de esta magnífica cinta, debemos ser conscientes de lo que nos depara, relajarnos y disfrutar. La trama, tan dulce como chocante, no deja indiferente a nadie. Ozu basó su guión en el largometraje estadounidense Dejad paso al mañana (L. McCarey, 1937), tratando el tema sobre el respeto hacia nuestros mayores, y cómo este se va perdiendo. Un tema, dicho sea de paso, que resulta más chocante a día de hoy, consecuencia de los tiempos que acontecen. También es importante señalar cómo Cuentos de Tokio dibuja a la perfección el contexto posbélico de la Japón de los 50, durante aquellos años de transición donde predominaban el derrotismo, la evasión y el pesimismo.

Si bien esta no es una película ideal para desconectar y despejarnos, sí que la considera como uno de los pilares esenciales del cine japonés, así como a su director, que abrirá camino hacia las grandes obras maestras que la sucedieron.


"El peligro siempre ataca cuando todo parece tranquilo".

Toma de "Los siete samuráis" (filmin).
Toma de "Los siete samuráis" (filmin).

LOS SIETE SAMURÁIS (1954)

Nos situamos en la Japón feudal del siglo XVI. Los campesinos de una pequeña aldea desprotegida son eventualmente asaltados por los bandidos, los cuales roban sus escasas provisiones, asesinan a los sublevados y violan a sus mujeres. Ante esta situación, los aldeanos deciden buscar la protección de un grupo de samuráis, los cuales serán recompensados apenas con alojamiento y comida, a cambio de hacer frente a los constantes ataques de los forajidos.

Así comienza a forjarse la trama de Los siete samuráis (1954), considerada por muchos la gran obra maestra de Akira Kurosawa. Sin embargo, los que conocen su filmografía, serán sabedores de la gran dificultad para asignar un título de tal reconocimiento a cualquiera de sus películas, puesto que cada largometraje es una magnum opus en sí misma. De cualquier manera, es obvio que la obra que nos acontece cumple con todos los requisitos para ello: un guión excelente, una dirección sublime, unos personajes muy bien desarrollados y un ritmo equilibrado, el cual nos conducirá a través de la cinta durante las casi tres horas y media de duración.

Tras concluir el guión junto con Shinobu Hashimoto y Hideo Oguni, Kurosawa toma las riendas del rodaje y lo hará con sus ideas muy claras. Para empezar, rechaza totalmente el rodaje dentro de sets, y exige contar con terrenos rurales para grabar la mayoría de sus escenas. Esta condición provocará que los efectos medioambientales que contemplamos en pantalla, como bien son las fuertes lluvias o el viento, sean completamente reales. Además, el director decide grabar con tres cámaras simultáneamente: una para planos generales, otra para planos medios y, finalmente, una más para primeros planos. Tal y como será característica general del cine nipón, pone gran atención en la humanidad de sus personajes, así como en los detalles que suman poco a poco a la trama. Aun así, durante el rodaje, Kurosawa percibió que necesitaba algún elemento de descarga o recurso de humor -en un primer momento, se trataban de seis samuráis y no siete-. Por este motivo llegará al rodaje Toshirō Mifune, quien dotará al grupo finalmente de siete miembros. Todo estaba listo para desembocar en una de las mayores epopeyas del cine clásico.

Los siete samuráis es considerada a día de hoy como una de las mayores películas de culto y una cinta de obligatorio visionado. En mi opinión, ha envejecido muy bien, gracias a su excelente fotografía, montaje, dirección y, por supuesto, su ambientación tan realista. Como todos sabemos, el maestro Kurosawa fue una gran influencia para grandes directores que vinieron después, y los ejemplos más claros pueden ser contemplados en el western. Los siete magníficos es la copia más clara ligada a este largometraje, aunque sabemos de otros directores como Sergio Leone, cuya admiración por el maestro japonés rozaba el plagio en algunos de sus largometrajes (como Por un puñado de dólares, el cual es una clara adaptación de Yojimbo). Otros grandes directores que admitieron sus influencias fueron George Lucas, con Star Wars (influido por La fortaleza oculta), F.F. Coppola (con pinceladas de El trono de sangre en El Padrino) o Scorcese, en "Silencio".


El orgullo y la dignidad, los valores del auténtico samurái

Toma de acción de la película "Harakiri".
Toma de acción de la película "Harakiri".

"Harakiri" (1962)

Siglo XVII. Shogunato Tokugawa. Tras un periodo de confrontaciones y numerosas guerras civiles, algunos samuráis perdieron a sus amos (eran conocidos como ronin) y, por ende, cayeron en la miseria. Tal y como dictaba el código samurái, una de las salidas a este tipo de acciones era la ceremonia del harakiri, la cual consistía en quitarse la vida rajándose uno mismo el estómago, al tiempo que el ejecutor te decapitaba. Al parecer, Hanshiro es uno de estos casos y, avergonzado, decide acudir en búsqueda de un Clan que proceda a realizarle el ritual. Sin embargo, este samurái parece decidido a contarles la historia de su vida, justo antes de morir. El espectador, a su vez, será testigo de la misma.

Harakiri (1962) es la obra que más me ha impresionado del maestro Masaki Kobayashi, con mención especial a otra de sus grandes películas, El más allá (1964). En primer lugar, cabe destacar su poderosísima trama: aunque en un primer momento parece simple y previsible, tiene un giro radical de ciento ochenta grados hacia donde menos lo esperas, y para entonces ya estás atrapado. Por este motivo, puedo asegurar que el ritmo es uno de los pilares más sólidos del largometraje. En segundo lugar, el tratamiento de los planos es exquisitamente bueno, acompañado de unos diálogos muy bien desarrollados, los cuales nos sumergen de lleno en la trama. Por lo demás, cuenta con todos los elementos apropiados para una buena película de samuráis: tensión, drama, sangre, acción y honor. Cabe señalar que lo que veremos en Harakiri dista mucho de la mayoría de películas de mismo género Kurosawa. Kobayashi nos muestra la perspectiva más cruda, seria y la decadencia final de estos valerosos guerreros. 

En definitiva, una película a mi parecer redonda, la cual puede ser disfrutada por cualquiera, independientemente de sus gustos personales. Sin mucho más que añadir, como decía el propio Hanshiro:

"Escuchad las palabras de un hombre que guía sus pasos hacia el más allá, pues seguro que aprenderéis mucho de su sabiduría". 


Somos esclavos de nuestra propia libertad

Plano de la película "La mujer de arena".
Plano de la película "La mujer de arena".

"LA MUJER DE ARENA" (1964)

Un cazador de insectos recorre el desierto en búsqueda de un ejemplar muy singular. Su objetivo no es otro que ser reconocido por ello, y que su nombre perdure por siempre en todas las enciclopedias. Pero su gran ímpetu y atención provocan que el tiempo se le eche encima, perdiendo de esta manera el autobús de vuelta a casa. Nuestro protagonista se encuentra con la ayuda de un hombre natal de la zona, que le recomienda pasar la noche en casa de una mujer viuda. Esta mujer resulta vivir en un pozo de arena, por el cual es necesario acceder descendiendo unas escaleras sobre la duna. Entonces, como un insecto más que cae en las redes de una araña, el cazador queda atrapado allí, traicionado por los nativos de la zona, y obligado a convivir diariamente junto a la extraña mujer.

La mujer de arena (1964) no es solamente una película sobre misterio y supervivencia. En este largometraje, el director Hiroshi Teshigahara nos sumerge en una atmósfera onírica, simbolista, existencialista y kafkiana. Desde su comienzo, el espectador queda maravillado por la fotografía de Hiroshi Segawa, con planos muy generales y abiertos del desierto. Estos planos se verán naturalmente reducidos una vez que el protagonista caiga preso de la trampa, conviviendo con esta misteriosa mujer en un pozo de arena, con numerosos y exquisitos planos detalle. La relación entre el hombre y la mujer puede evocarnos a la mente películas recientes como el thriller psicológico El Faro (Robert Egers, 2019). Si bien el cazador intenta escaparse varias veces y odia a la mujer, en otros momentos parece aceptar su destino e incluso se verá atraído por el deseo carnal. De cualquier manera, esta relación amor odio se verá obligada a convivir de una forma u otra, pues los intentos de fuga del protagonista se verán continuamente frustrados.


¿Qué quiere contarnos exactamente Teshigahara con la película? Es obvio que para comprender completamente el significado de la cinta, es necesario ver antes su desenlace y reflexionar así sobre su mensaje. Sin embargo, considero que la crítica no anda muy lejos de la realidad cuando nos hablan sobre una crítica hacia la sociedad del momento, la cual no dista mucho de la realidad. ¿Es el ser humano libre o es esclavo de la sociedad? ¿Podemos considerarnos libres cuando tenemos trabajos que abarcan la mayor parte de nuestro día? ¿Acaso es una crítica hacia el capitalismo o simplemente hacia la propia condición humana? El gran punto positivo de esta obra es, además de su belleza visual y cantidad de símbolos y detalles, el hecho de invitarnos a reflexionar sobre los continuos significados que podemos extraer de ella.


El amor y el sufrimiento caminan juntos a través de la vida

Plano de la película "Dolls".
Plano de la película "Dolls".

"DOLLS" (2002)

Tres historias de amor y dolor... Se abre el telón, y en la primera escena somos testigos de una representación de teatro bunraku -muy característico del imaginario japonés-, en la cual podemos contemplar a dos marionetas que representan la fábula de los "mendigos atados". Este hecho nos introduce dos precedentes claros: el primero, que vamos a ser espectadores de una obra prácticamente teatral, si bien es una de sus tantas leyendas históricas; la segunda, la propia historia que nos vamos a encontrar: dos jóvenes enamorados que, atados por una cuerda, caminan a través del mundo sin nunca separarse. A esta historia le seguirán otras dos; un jefe de la yakuza que se reencuentra con su amor de la juventud y, por otro lado, un chico fanático de una célebre cantante de pop, el cual decide mutilarse a sí mismo para compartir su dolor.


Damos un salto en el tiempo hasta llegar a Dolls (2002), donde el director Takeshi Kitano nos invita a acompañar a los protagonistas de tres historias distintas, las cuales comparten la simbiosis entre amor y dolor, una condición propia de la vida misma. El que fuera presentador del famoso programa Humor Amarillo, demostró ser un mejor fabricante de sensibilidad en lugar de humor. Y es que precisamente en esta película, una de sus más alabadas, comparte muchas características con otra de mis favoritas del director, Hana-Bi o Flores de Fuego (1997), donde el propio Kitano se encarna en la piel de Nishi, representación del samurái contemporáneo, quien debe hacer frente a las deudas con la yakuza al tiempo que cuida de su mujer enferma. En este largometraje, el director comienza a hacer gala de su gran sensibilidad y guiones originales, así como de escenas de acción muy bien elaboradas. Esta sensibilidad de la que tanto hablamos se ve magnificada en Dolls, "tres historias de amor y dolor", aunque bien es cierto que dicha característica parecía ser demasiado irritable para algunos. "Su hipersensibilidad me resulta insoportable", declaró el crítico de cine Carlos Boyero para El Mundo. Afortunadamente, a otros no nos parece ni mucho menos insoportable, sino justificada y emocional, sin llegar a límites sobreactuados, no más que los meramente posibles en nuestra vida.


A mi parecer, esta película cuenta con elementos más destacables que la propia trama y sus diversas historias implícitas. En primer lugar, cuenta con una fotografía de excelso nivel, a cargo de Katsumi Yanagishima, así como de una gama de colores espléndidamente llamativa. Por otro lado, las imágenes que nos ofrecen hablan por sí solas, son poéticas y se expresan con lenguaje propio. Además, no he podido evitar escogerla -a pesar del gran salto temporal-, puesto que considero que cumple el canon característico que seguía nuestra estela-. Como punto negativo, el tempo de la película puede llegar a ser extremadamente lento, por lo que su ritmo no es el más adecuado y está muy lejos de la mencionada Hana-Bi. Sin embargo, en mi opinión, el propio director es consciente de ello, y podríamos interpretar incluso que no tiene ningún interés en ello. Esto se produce, a mi parecer, en la gran simbología de la película; el simbolismo es su arma más fuerte, y esto se hace eco en el significado de sus imágenes y, por ende, de su propia historia. Kitano nos habla de la vida, del destino; y el destino, bajo su juicio, es una senda cargada de amor que a menudo desemboca en tragedia.



Éstas han sido mis cinco recomendaciones sobre cine japonés. Espero que al lector que las desconociera le hayan servido estas humildes recomendaciones, así como deseo que al conocedor le haya supuesto una amena lectura, un nuevo aprendizaje o una crítica complementaria. De cualquier manera, seguiremos compartiendo contenido más pronto que tarde, y recordad, como diría Ozu: "La felicidad no es algo a lo que tengamos que estar esperando, sino que debemos crearla por nosotros mismos".


Creado y editado por Iván Trujillano S.